Inmediatamente se promulga una ley de segregación de individuos en razas y se reservaban ciertos distritos en las ciudades para los blancos, forzando a los no blancos a emigrar a otros lugares. Playas, autobuses, hospitales, escuelas y hasta los bancos en los parques públicos eran reservados para la gente blanca. Los negros debían de portar documentos de identidad en todo momento y les estaba prohibido quedarse en algunas ciudades incluso entrar en ellas sin el debido permiso.
Los negros no podían ocupar cargos en el gobierno y no tenían derecho a voto, excepto en algunas aisladas elecciones para instituciones segregadas. Tampoco podían tener negocios en las áreas asignadas a los blancos. El transporte público estaba totalmente segregado, separando las paradas de los autobuses para negros y blancos.
Las áreas asignadas a los negros raramente tenían agua o electricidad. También había segregación en los hospitales, de tal manera que mientras los que pertenecían a los blancos tenían gran calidad, los asignados a los negros estaban pobremente equipados y andaban faltos de personal.
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